¿Debe incrementarse la Remuneración Mínima Vital?

Tras la derogatoria del Régimen Especial Juvenil, el Gobierno continúa en la apuesta por regular temas laborales y ahora evalúa un posible incremento de la Remuneración Mínima Vital (RMV). ¿Es viable tal medida?

De entrada, debemos expresar que todo incremento de la Remuneración Mínima Vital (RMV) debe tener una base técnica-económica, dejando de lado intereses políticos o populistas. Teniendo en cuenta ello, las posiciones a favor del incremento señalan que la RMV actual no cubre la canasta básica y por ello debe actualizarse el monto periódicamente. Mientras tanto, los opositores expresan que la medida no promueve la formalización y no es viable en un contexto de desaceleración económica.

Ante estas dos posturas cabe preguntarse ¿cuáles son los aspectos centrales para fijar la RMV y sus incrementos?

 

El primer aspecto a considerar para fijar un aumento en la RMV es el marco legal de soporte. El artículo 24 de la Constitución indica que “las remuneraciones mínimas se regulan por el Estado con participación de las organizaciones representantes de los trabajadores y empleadores”, mientras que los Convenios 26 y 99 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) invocan al Estado a que establezca métodos de fijación de salarios mínimos para aquellos trabajadores con menores ingresos y para las personas que no tengan la suficiente capacidad para negociar el monto de sus remuneraciones. Asimismo, la recomendación 89 de la OIT fomenta la revisión y el reajuste periódico de los salarios mínimos fijados por el Estado.

 

Con un marco legal establecido, resulta necesario conocer al órgano técnico que evaluará la vialidad del incremento. Así, desde el 2005, el Consejo Nacional de Trabajo a través de su Comisión Especial de Productividad y Salarios Mínimos ha estado a cargo de esta función. A título personal, considero que debe reactivarse porque es un órgano compuesto por representantes de trabajadores y empleadores, cuenta con procedimientos técnicos para definir un eventual incremento, fomenta el debate e intercambio de ideas para definir una posición consensuada y facilita la legitimidad de la medida. Sin embargo, este órgano debe potenciarse con la participación de representantes del INEI, BCRP y los funcionarios de los ministerios involucrados a fin de incorporar en el debate los indicadores, métodos y proyecciones para una adecuada fijación de la RMV.

 

Un tercer elemento a contemplar son las variables económicas a utilizar. En los últimos incrementos, las variables empleadas fueron: la evolución de la productividad y la inflación. No obstante, ahora se hace necesario considerar otros parámetro como el desempleo (5.4%), la informalidad (74.3%) y la evolución del ratio remuneración mínima/remuneración promedio (S/.1,544.2)1.

Finalmente, un cuarto punto es la mirada externa que queremos proyectar. En el contexto de desaceleración que nos encontramos, resulta prudente ver el impacto de un eventual incremento de la RMV frente a potenciales inversionistas en el país. Conviene indicar que el Perú es considerado el puesto 35 de 189 economías por su facilidad para hacer negocios, sin embargo, en cuanto al mercado laboral se refiere ocupamos el puesto 130 de 144 países2.

 

¿Hacia dónde debe apuntar la RMV?

Por definición, la RMV tiene por objetivo aminorar la pobreza y la desigualdad de los ingresos económicos, así como servir de parámetro de referencia para la fijación de las remuneraciones. Sin embargo, esto no tiene correspondencia en la práctica porque son otros los factores que están en juego: productividad, informalidad, empleo, tamaño de empresa y las diferencias entre las regiones. Si el pago de la remuneración está condicionado a la productividad del trabajador, el Estado debe promover y generar incentivos para atacar el problema de la baja productividad y apuntar a una mano de obra calificada.

En este escenario, la capacitación continua del personal y la inversión en innovación tecnológica son determinantes. Naturalmente, esta inversión de los empleadores debe ir acompañada de facilidades estatales para que sea un esquema atractivo. Sin ello y si la RMV es mayor a la que le corresponde a un trabajador poco productivo, los empleos formales caerán y algunos empleadores buscarían permanecer en la informalidad.

 

Por otro lado, debe evaluarse la pertinencia de continuar con una RMV única y aplicable a todos los sectores económicos o si es posible migrar a un esquema estructurado por tamaño de empresa y/o ámbito geográfico. Sobre lo primero, la fijación de la RMV debe considerar nuestra realidad y esta nos muestra que alrededor del 70% de nuestra PEA labora en MYPES. Entonces, si la variable a considerar es la productividad debe pensarse en una RMV por tipo de empresa complementada por los incentivos antes comentados, de manera que el trabajador no solo sea productivo en su organización, sino también “empleable” para el mercado laboral. Asimismo, este eventual aumento de la productividad facilitaría al empleador al diseño o promoción de beneficios compensatorios adicionales que “premien” ese rendimiento, superando lo que recibirían de RMV.

 

Ligado a esto, considero que el régimen MYPE debe ser reevaluado, toda vez que la experiencia nos ha demostrado que las reformas con recorte de derechos no solo no atraen, sino que también generan resistencia para su implementación. Lo segundo pasa por tener en cuenta el desarrollo de cada región en el país, el costo de vida y la actividad empresarial que se realiza. El Perú tiene diversas localidades con realidades económicas y productivas diferentes, por lo que agrupar regiones con índices semejantes sería una opción a incorporar en el análisis. Ello generaría atractivos para invertir en más localidades y sentar las bases de la tan ansiada formalización, pero todo dependerá de la información previa que se tenga del mercado laboral a nivel nacional.

 

Para concluir, debemos expresar que el Estado debe procurar cumplir con las disposiciones constitucionales e internacionales en cuanto al reajuste periódico de la RMV (incremento), pero ello debe ir acompañado de una base técnica sólida que responda las particularidades de nuestra economía. Especular si el incremento de la RMV debe oscilar entre un 8 a 12%, sin tener una justificación económica definida, solo genera falsas expectativas que no son coherentes con los objetivos que se anuncian.


Por Percy Alache

Fuente: Conexión ESAN


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